Explorando el marketing personal: el producto
El marketing personal es un proceso que va más allá de un currículum vitae. Cuando uno se marketea tiene que tomar en cuenta factores como qué busca y necesita el mercado, pero sobre todo qué clase de producto está ofreciendo. Y en este caso que el producto es uno mismo es de necesidad perentoria conocerse, es decir, saber en qué se es bueno, qué ventajas tiene y cómo éstas se pueden convertir en beneficios para los clientes-empleadores.
Es importante preguntarse siempre qué tipo de producto es uno. En mi experiencia he podido ver que cada vez que un postulante se presenta a un proceso de selección, se limita a dar unos cuantos detalles. Lo que más dicen es "soy una persona con capacidad de liderazgo, tengo buenas habilidades de comunicación, poseo capacidad de relacionarme con personas a todo nivel, soy proactivo", y una larga lista de etcéteras.
Sin embargo, lo que no dicen -y que particularmente considero vital- es por qué tendría que ser él o ella la persona contratada. Es decir, cuáles son sus ventajas particulares -que los otros candidatos no posean-. Mejor dicho, deberían dar una respuesta como si el reclutador les hubiera preguntado: ¿qué cosa tiene tu producto (tú) que lo hace diferente de los demás? ¿cómo se puede beneficiar nuestra empresa de ello?
En este punto hay bastantes cosas que se pueden considerar. Suena demasiado bonito para ser verdad pero es totalmente cierto: cada uno de nosotros es una persona que no tiene igual en todo el mundo y poseemos varias competencias que nos diferencian de los demás.
Resumiendo el concepto de competencias, yo suelo clasificarlo en tres niveles:
- Habilidades: Lo que yo llamo el ADN. Es decir, lo que vino contigo cuando naciste. Pregúntate: qué es lo que mejor haces, qué se te hace más fácil, en qué eres bueno.
- Actitud: Está definida por lo que realmente disfrutas hacer. Puedes tener muchas habilidades pero si no te gusta lo que haces no vas a estar cómodo ni hacer algo sólido.
- Conocimientos: Las personas se presentan con títulos (cursos, posgrados, universidades de prestigio). Sin embargo, los conocimientos no son los que te definen sino que deben ser la potencialización de los niveles anteriores. Cuando a tus habilidades y actitudes les agregas conocimiento ahí empieza tu diferenciación.
En el mundo laboral actual, la mayoría de personas empieza a enfocarse sobre todo en los conocimientos y creen que a medida que tengan más títulos, conocimiento o experiencia, van a tener mayor diferenciación en el campo.
Ello puede parecer cierto, sin embargo, debemos entender que uno está normalmente compitiendo con personas que también están bien posicionadas, que también tienen estudios en instituciones de prestigio o que también han llevado tal o cual curso o maestría.
¿Qué nos diferencia entonces? Nuestro "ADN". Si logramos combinar sinérgicamente éste con nuestras actitudes y el conocimiento adquirido, recién ahí empezaremos a construir una diferenciación respecto a las otras personas y podremos tener mayor éxito en nuestra vida laboral.
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